April 10, 2025 by Daniela Raffo
¡Si los vieran!
Por Daniela Raffo
¡Si los vieran! Bailando, sentados en el piso, poniéndose de acuerdo en qué libros usar o qué actividad hacer. ¡Si las vieran! Presentando en público cómo sería una biblioteca verde o bailarina o animalosa.
El sábado 29 de marzo y el sábado 5 de abril tuvimos el primer encuentro presencial del proyecto Recargando Historias Fortaleciendo Voces, proyecto con el que ganamos un premio de la Fundación Gloria Kriete. Setenta y cinco docentes de casi todo el país van a formarse en bibliotecas, van a seguir generando redes y comunidad y van a recibir nuevos libros de alta calidad que atravesarán montañas, ríos y playas.
El primer evento fue en San Miguel: nos encontramos docentes de La Unión, Morazán y Usulután y nosotras que viajamos desde la oficina de ConTextos en San Salvador.
Hacer estos encuentros siempre demanda muchos detalles, desde los grandes, como la elaboración de la carta formativa; pensada, evaluada, corregida y ensayada, hasta los más pequeños, como la elección del menú del desayuno.
Para mí, participar es pensar cien veces que no me olvido nada -que lo anoté y lo guardé-, pensar cómo vamos a distribuir las tareas y querer que todo salga más o menos como lo imaginamos, así…hasta que llegamos.
Por momentos -lo reconozco- me olvido con qué clase de docentes trabajamos. En San Miguel, las cuatro, formadoras y comunicadoras de ConTextos estábamos a las seis y treinta de la mañana en la casa de eventos y, aunque la convocatoria era a las ocho, el primer grupo de docentes llegó seis y cuarenta.
Llegan temprano.
Y llegan temprano porque salen temprano porque viven lejos.
Y es sábado y van a estar hasta las tres de la tarde formándose para tener una biblioteca más activa para sus estudiantes.
Y llegan con una energía increíble y anotan ideas y cuando se van te dan ese abrazo al alma diciéndote “ni sentimos el tiempo”.
Pero estábamos avisadas.
En el segundo encuentro, en San Salvador, lo primero que acomodé fue la mesa de entrada. Iban a llegar docentes de la parte alta de Chalatenango y de la zona del estero de Ahuachapán, así que supuse que iban a llegar temprano. Pero no.
Algunos decidieron pasar la noche anterior en San Salvador para estar descansados y no perderse el encuentro. Otros sí madrugaron y esperaron buses y caminaron para llegar a donde estábamos.
A los quince minutos de haber empezado, ya una docente dijo que le habíamos cambiado el ánimo. Y en realidad es mutuo. Cuando tengo la dicha de participar de un encuentro con nuestra red me río, me sorprendo, me siento cómoda, sé que puedo equivocarme.
Los escucho y siento que nuestra niñez está en buenas manos porque hay que ver cómo se divierten, y lo que son capaces de hacer y crear para sus estudiantes.


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