February 2, 2016 by ConTextos
HACÉ POLÍTICA
La estructura política es como un machete, lo usa el campesino para cultivar y dar de comer al país, o lo usa el criminal para asaltar, todo depende de quién tome el mango. Así es la política, al desentendernos de nuestra responsabilidad ciudadana y no querer agarrar el mango, damos paso libre a que las instituciones del Estado sean abusadas a costa de las grandes mayorías.
La política para muchos no es más que una mala palabra que se asocia casi automáticamente con corrupción y desprestigio. Se considera entonces que involucrarse en política implica ser vivián, corrupto y sin escrúpulos.
Que conveniente fuera entonces que al alejarnos de esa política sucia los ciclos de corrupción se rompieran, los tomadores de decisión empezaran a ser más honestos, a tomar posturas más cercanas al pueblo que los eligió; que conveniente fuera que al alejarnos de la política, la política cambiara. Pero no es así, de hecho, una sociedad apática y alejada de la política es el escenario perfecto para que figuras mezquinas se perpetúen en el poder.
En un país tan desigual como el nuestro que se desangra cada día, hay que hacer política. No es sensato conformarse con dar ‘‘el granito de arena’’, o considerarse ‘‘apolítico’’ con tal de no impulsar en serio las transformaciones que El Salvador necesita.
Desde otra perspectiva, el aparato Estatal es una ‘‘empresa pública’’ de más de cuatro mil millones de dólares anuales, que entre muchas otras cosas es responsable de proveer servicios básicos a los salvadoreños, garantizar la seguridad pública y justicia, y educar a más de un millón y medio de estudiantes cada año. Es decir, como país no tenemos futuro si no garantizamos un trabajo honesto de parte del Estado.
El primer paso para actuar es ir más allá del enfoque de la responsabilidad individual y estar concientes que somos parte de una misma sociedad, y que por tanto compartimos una responsabilidad política. Por ejemplo, en nuestro país la cancha está cada vez más desnivelada, unos nacen en posiciones socioeconómicas enormemente privilegiadas, mientras que la gran mayoría se enfrenta a entornos sociales complicados con marcadas desventajas. Estar concientes que somos parte de esta misma fábrica social, nos debe conducir a ejercer nuestra cuota de responsabilidad política emparejando la cancha.
Luego, es fundamental entender que para incidir en la política se necesita poder, y el poder viene principalmente de tres fuentes: el gran capital, altos rangos políticos, y la organización comunitaria. Generalmente, la mayoría de los ciudadanos no tiene acceso a las primeras dos fuentes de poder, por lo tanto la organización comunitaria se vuelve la manera de hacer política para el ciudadano común.
Un ejemplo muy concreto y sencillo que ilustra este enfoque de organización comunitaria son los grupos de corredores nocturnos. Estos grupos buscan reivindicar el derecho a la ciudad y hacer de las calles espacios más amigables a las personas de a pie, desde el inicio tratan de entrar en contacto con las autoridades locales, pero no es hasta que el grupo crece a cientos de corredores cuando las alcaldías les abren sus puertas para dialogar y discutir ordenanzas municipales que protejan al peatón y al deportista en la ciudad. Así como estos grupos toman relevancia y capacidad de cambio al convertirse en cientos de personas, de la misma manera otras organizaciones pueden tomar fuerza al incrementar y fortalecer sus alianzas con otros. Lo fundamental es no perder de foco las causas estructurales del problema; los corredores no se han limitado a ejercitarse por salud, ellos han tenido siempre en mira involucrar distintos actores e instituciones para fomentar una cultura de respeto a la persona de a pie en ciudades cada vez más violentas y al servicio de automovilistas.
Si vos no hacés política, alguien más la hará por vos.
Organizate. Hacé política.
Gerardo Calderón
Autor invitado
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