July 15, 2020 by Zoila Recinos

Al otro lado de la pantalla

Corría de prisa.
Siempre quise llegar al límite del acantilado,
soñaba con ver el hermoso paisaje, 

con estar lista para sentir su brisa sobre mi rostro

 y apreciar el crecimiento de aquellos árboles inmensos.
Súbitamente
fui arrastrada hasta el borde del acantilado y obligada,  

junto a miles de docentes en el mundo entero, 

a volar sobre las colinas.

La tecnología en el aula pasó de ser una queja constante, una resistencia permanente, una limitante conveniente, a convertirse en LA OPCION para la continuidad educativa en el mundo. Más de 160 países paralizaron la actividad regular en las escuelas, institutos de educación media y universidades. La gran mayoría optó por la virtualización forzada.

¿Qué ha significado? Para algunas compañeras ha significado aprender a hacer llamadas por plataformas digitales para “dictar” la clase a los niños/as, sin embargo, este escrito no es sobre este grupo. De quienes quiero contarles es de docentes que han encontrado en estas circunstancias el espacio idóneo para llegar a donde nunca se les había permitido: el seno de los hogares de sus estudiantes. 

Este lugar que antes había sido inaccesible es ahora el escenario para educar a sus estudiantes, pero también un escenario en el que las y los docentes, con mucha claridad sobre su rol, han optado por educar a la familia entera: ofrece instrucciones claras por WhatsApp, habla fuerte porque quiere que le escuchen no solo sus estudiantes sino la familia completa, felicita  la valentía de los niños/as por vivir este momento histórico de una manera curiosa y activa, les anima a preguntar y hablar con todas y todos sobre sus emociones, sobre sus conocimientos, sobre las situaciones que escucha. Estos y estas docentes no tienen miedo de invitar a la clase a los padres, madres, hermanos, hermanas, tíos, abuelos, pues saben que es el momento idóneo para que lleguen al aula, para participar juntos, para hacer comunidad, para convertir la escuela en un espacio real, auténtico, sin paredes ni cercos. Saben que esta es una oportunidad única así que la están aprovechando al cien por ciento, están provocando conversaciones interesantes entre las generaciones: ayudan a los niños/as y sus familias a hablar de temas “difíciles”, y es que bueno, este grupo de docentes sabe como hablar de estas cosas… 

Este grupo de docentes resulta que han encontrado entre los escombros de la vieja escuela y las carreteras del internet, la oportunidad para volverse un curioso aprendiz está enfocando su enseñanza en aprender junto a sus estudiantes. Por ejemplo, más de alguna compañera ha organizado grupos de niños según los juegos de video que prefieren. Sí, como leyó: videojuegos,  resulta que descubrió una habilidad para pensar en estrategias y reconocer liderazgos entre los que jugaban un videojuego que exigía estas habilidades para seguir sumando puntos, descubrió también que podía interesar a los niños/as en conocimientos matemáticos a partir de las estadísticas vinculadas a sus juegos favoritos, descubrió que los niños/as podían desarrollar su habilidad de autorregulación… Bueno,  no sabemos cómo saldrán estos niños/as  en el examen, pero con seguridad sabemos  que no se están quejando de ir a la reunión de zoom porque finalmente, su maestra y ellos están aprendiendo juntos. 

La docencia fue empujada más allá. Mientras aprende a volverse aprendiz, mientras aprende a sentirse cómodo con una niña de 10 años que le muestra cómo activar o desactivar el micrófono, también, abrumadoramente, se da cuenta que sus 40 estudiantes son diferentes, que vienen de contextos distintos. Sí, la pandemia también ha mostrado lo que no se ha querido ver en nuestras aulas, y ahora frente a nuestras pantallas aparece reflejado: Cristian, Yacir, Marcos, Eduardo, Fátima, Laura, María, Katerine no llegan tarde porque quieren, no hacen la tarea por ser haraganes, resulta que sus padres y madres son distintas, resulta que viven en un cantón sin energía eléctrica, resulta que en sus casas no hay adultos para ayudarles, resulta que están solos, resulta que tienen que ocuparse de hacer trabajo doméstico. Entonces, los docentes nos vimos obligados, a pensar en alternativas, a reconocer que no podemos seguir pensando en clases homogéneas. En medio de esta pandemia he escuchado más atención individualizada y aunque ha iniciado a manera de queja, muchos docentes nos estamos dando cuenta a penas, que sí podemos pensar actividades y recursos diferentes para buscar el mismo objetivo. 

¿Qué sigue? No tenemos idea, pero no debería seguir lo que finalmente frente a nuestras pantallas se ha develado, no debería seguir la esperanza de regresar a la “escuela normal”, lo que debería seguir es el interés de los docentes por aprender cada día, por ser aprendiz permanente, por apreciar la diversidad de su aula, por ver en los recursos y en la pandemia una única oportunidad para que niños/as desarrollen su sentido de curiosidad científica, sus habilidades socio-afectivas, y su potencial ilimitado de aprender, adaptarse y reconstruir. 

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