marzo 15, 2024 by Daniela Raffo
Pensé que no podía pero acá estoy
Por Daniela Raffo.
Laura Flores trabajaba en la Vicerrectoría de investigación de una universidad cuando le enviaron una plaza de trabajo de ConTextos para compartir con personas que tuvieran más o menos su experiencia por si querían aplicar. “Yo la leí – cuenta- era para acompañar familias migrantes en procesos de escritura durante 4 meses, yo tenía una plaza fija pero mandé mis documentos porque la migración es un tema que ha atravesado toda mi vida”.
“Vivíamos como 14 personas en una casa grandota en un cantón, en una lomita, y cuando yo tenía 4 años mi abuela murió y ese hecho cambió mi vida”.
Todos sus parientes se fueron para Estados Unidos; ella y su familia para San Miguel.
“Digamos que todo mi mundo…puf”, mueve sus manos.
Laura es Comunicadora Social, estudió en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, UCA, porque se le había metido entre ceja y ceja estudiar ahí, se recibió con una tesis sobre migración e hizo periodismo por dos años. Ese fue su primer contacto con las comunidades.
Cuando entró a ConTextos acompañó a un grupo de 18 familias migrantes retornadas en la escritura de un libro, de una memoria ilustrada. Este proceso se hace con niñez y adolescencia y un familiar que haya hecho el viaje o que se haya quedado. Cada integrante tiene un capítulo en el que cuenta su experiencia.
Ese, quizás, fue su segundo contacto con otras comunidades.
“Cuando terminó me dijeron ´tenemos este proyecto con jóvenes, es una población bien diferente, es acompañar a jóvenes a ser gestores de sus comunidades y yo pensé que no iba a poder porque soy una persona introvertida, pero acá estoy, porque soy una mujer con un liderazgo diferente y desde ahí puedo acompañar”.
Es parte del Proyecto de USAID para la Convivencia Ciudadana, que aglutina a varias organizaciones y en el que ConTextos participa desde el proceso Co-Construcción de Iniciativas para la Paz. Junto a su equipo acompaña procesos de liderazgo en cuatro comunidades, que han sido históricamente estigmatizadas por la violencia y a las que se conoce casi como si fuera un nombre propio: La Tutunichapa, La Nueva Israel, La Concepción y la Dina.
“Estamos ingresando a estas comunidades de las manos de jóvenes que están siendo formados para ser gestores y gestoras comunitarias. Nosotros lo que queremos es que chicos y chicas puedan generar y gestionar actividades en las que otros chicos y chicas se puedan divertir, puedan convivir, puedan dialogar y resignificar historias pero con rutinas, desde el respeto y la empatía. Se dice fácil pero no es tan fácil”.
Para eso hacen reuniones, sesiones formativas mirando cuadros en un museo, haciendo adornos de plastilina, leyendo, bailando.
Y viéndoles, viéndose, Laura se sorprende de todo lo que conocen sobre gestión comunitaria, o se conmueve cuando se abren y le cuentan alguna intimidad, algo guardado.
Son jóvenes que defienden el lugar donde nacieron.
Son jóvenes a quienes quizás nunca se les cruce por la cabeza migrar.
Creemos en el poder transformador de las historias de todas las mujeres de ConTextos
Gracias por la pasión con que logran que el mundo se mueva
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