mayo 2, 2024 by Daniela Raffo

Así me lo contó

Por Daniela Raffo.

Así me lo contó
Al parque de Joco llegaron dos grados de escuelas, entonces tomé el micrófono y pregunté ¿cómo se sienten hoy? Bieeeennn, gritaron. Les leí un cuento y cuando terminé les dije “nos vemos el próximo año” y me gritaron “noooo”.
¿Cuándo quieren que nos veamos?, pregunté.
Mañaaaana.

La verdad no me llamó la atención lo que me contó Nelson, sino cómo.
Nelson es de Morazán, vive y trabaja ahí, es parte del equipo de ConTextos y el martes 23 de abril se paró en el parque de Jocoaitique, Joco, y les leyó un cuento a más de 30 estudiantes. Estábamos celebrando Tiramos la biblio por la ventana, un encuentro único de bibliotecas en el país: las bibliotecas de los centros escolares de la red de ConTextos y la biblioteca Había una vez sacamos las biblios a parques, canchitas de fútbol, museos.

A Nelson le brillaban los ojos cuando me lo contaba: mañana dijeron. 
Habían escuchado el cuento sentados cómodamente en el piso del parque entre pufs, alfombras, almohadones y más libros.

Del 19 al 26 de abril Tiramos la biblio por la ventana en 27 centros escolares desde Ahuachapán a Morazán y en parques, plazas, casas de la cultura y museos. Lo hacemos desde hace 4 años. Lo hacemos para leer. Leer.

Y cuando Nelson me lo contó me sentí acompañada porque no puedo racionalizar la alegría que me da que alguien lea. 
Mi satisfacción es inmediata como el brillo de los ojos en Nelson.
O como ver la reacción de una señora y un señor, una pareja, en el parque Cuscatlán cuando llegamos con Tiramos la biblio por la ventana el sábado 27; digo llegamos porque vamos con alfombras, muebles, pufs, libros, lápices, mesas, sillas; toda una parafernalia.
Estaban sentados en el deck donde nos íbamos a instalar así que para no molestarles les ofrecí un puf para que estuvieran  más cómodos y les dí un libro para leer.
Cuando los volví a ver ya estaban leyendo otro.
Uy, dije, ya van dos.
No, dijeron, vamos seis
No, dijo Manuel, otro compañero de ConTextos, escritor, amante de las comas, van ocho. 
Los había contado, yo sé que los había contado.
Porque leer ocho libros es vivir ocho vidas, y es no poder parar de leer.

Poner un libro en la vida de una persona o personita, recomendar una lectura y escuchar me gustó, me hizo pensar, es una alegría desde lo más primitivo. 
Quizás porque estamos conectados a la vez con algo más grande, placentero. 
Quizás por la certeza que se regala un mundo y la otra persona lo recibe.
Por esa sencillez absoluta, necesaria, desbordante.

Estoy tomando un taller de promoción de la lectura y el rol de las bibliotecas y quien lo dicta, citando a una autora, y yo parafraseándola a ella, dijo que a los humanos nos hacen faltan las historias, las necesitamos, nos gustan, entonces la pregunta es ¿por qué nos parece tan difícil formar lectores? ¿Por qué la gente no lee? 

Y eso a veces suena tan raro como querer contestar ¿por qué la gente no come chocolate? Si las dos tienen todas a favor.
Hay, lo sé, razones para explicarlo.
Nosotros tiramos la biblio por la ventana durante una semana y miles de personas se sentaron a leer.
A leer.

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