junio 1, 2023 by ConTextos
Tu voz y la mía cuentan
Por Selene Mangandi.
“Me quedé sentado atrás, porque pensé que iba a ser como una ponencia en donde nos iban a estar preguntando cosas”
A finales de marzo ConTextos, en asocio con Counterpart International, en el marco del proyecto “Derechos y Dignidad”, desarrolló un espacio de diálogo para estudiantes de diferentes carreras universitarias, para sensibilizar sobre la discriminación, prejuicio y estigmatización en la sociedad y poder dialogar sobre estos temas sensibles en un espacio seguro.
Lo que resultó fue mucho más de lo que esperábamos…
La pensada y diseño de estos espacios, junto a Daisy, mi compañera, nos rompió un poco la cabeza, pero, poco a poco y con el apoyo de varias personas del equipo, logramos darle forma. No fue fácil, soñamos e imaginamos mucho.
Entre armar muchos kits para las personas que iban a participar y preparar materiales para las jornadas, llegó la semana de los diálogos itinerantes.
Viajamos a Santa Ana, San Salvador y San Miguel con nuestras tres personas artistas: Patty, Alex y Dora, parte activa de nuestra familia contextiana y participantes de múltiples procesos, algunas personas del equipo y el grupo de teatro, los JAQ, Juventud Artística de Los Quebrachos, que desde Morazán se movieron hacia todos lados.
Durante cada jornada fuimos conociendo poco a poco a los y las participantes, y a través de las actividades nos compartieron situaciones de estigmatización, prejuicio, discriminación por las que han atravesado de manera directa o indirecta.
Algunas personas nos compartieron cosas muy personales:
“Por ser mujer piensan que soy inútil”
“Cuando digo dónde vivo, se me quedan viendo raro y me dicen que en esa zona hay bastantes delincuentes, pero sigo pensando que yo vivo ahí”
“El bullying es algo que me enoja, se da mucho bullying, no es algo que yo haya pasado mucho, pero siento empatía por eso”
“Todos tenemos pasiones, cosas que nos gustan, pero por los prejuicios o el miedo al qué dirán, a veces nos sentimos aprisionados”
Finalmente, cerramos estos espacios dialógicos en donde los y las jóvenes reconocieron que tienen el derecho de defender sus propios derechos y los de las demás personas. Asumieron este compromiso desde su ética personal y su rol profesional. Esos momentos fueron de mucha concentración, silencio y yo noté que estaban escribiendo desde sus experiencias y pensando en las demás personas.
Hasta hoy y con dos nuevos diálogos a las puertas, me siguen resonando las palabras de ese joven que, a la hora del almuerzo, nos dijo que al inicio se había sentado atrás, porque pensó que era como otra ponencia más en donde le iban a hacer preguntas. Conecté mucho con él, porque yo hacía lo mismo cuando estudiaba en el colegio y la universidad, me sentaba hasta atrás para que no me preguntaran, para no sentirme vulnerable en el caso que no supiera contestar correctamente, por el miedo a que se rieran de mí o me hicieran bullying… aunque si soy sincera, también en otros ambientes me he sentido así.
Por eso que este joven haya participado de manera activa sintiéndose en un espacio seguro para hablar de cosas no tan fáciles, me motiva a seguir rompiéndome la cabeza para que haya más espacios así, porque las voces de jóvenes, niños, niñas y personas adultas son fuertes y porque “tu voz y la mía cuentan”.
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