mayo 5, 2022 by ConTextos
Tiré la biblio por la ventana
Por Majo Beza.
Estaba nerviosa, especialmente el primer día, pero un niño de aproximadamente cinco años, me dijo: “¿Sabe cómo se siente leer en el parque?” Su creatividad me hizo sentir tranquila. “Se siente así con la mente bien fresquita porque está leyendo en medio de los árboles y el viento”, respondió mientras se tocaba la frente y movía sus colochos.
A veces es necesario “desconectarse” para conectarse. Con lo esencial, con las prioridades. Con aquello que nos apasiona, y nos hace polo a tierra. “Tiramos la biblio por la ventana” empezó como un evento de ConTextos en 20 escuelas de nuestra red y se transformó en un movimiento que reunió a más de 2,700 personas los días 20, 21, 22, 23, 27 y 30 de abril.
Por segundo año consecutivo conectamos a gente e instituciones que creen en el poder transformador de las historias, y que sintieron la magia de los libros, de la lectura en voz alta: la que te hace preguntas y “te deja pensando” todo el camino.
Gracias a nuestra red de docentes y bibliotecas, a espacios culturales y alianzas estratégicas, “las biblios” estuvieron presentes en 35 lugares muy diversos.
Un refugio para leer en medio de los árboles, sin mesas ni pupitres. Un palacio donde te quitabas los zapatos y jugabas en el suelo, mientras escuchabas la historia de un camión lleno de patos. Una casa que cultiva sueños y recoge aprendizajes, donde un árbol te invitaba a sanar a través de los cuentos. Un parque con títeres y sillas empapadas por la lluvia (el agua también salió a saludar). Un museo con el corazón abierto para reescribir historias con arte y poesía. Otro museo que nos recibió en su casa con un dinosaurio de dos metros y un cielo lleno de burbujas. Y nuestras escuelas, que se organizaron y montaron una fiesta para celebrar el Día Internacional del Libro, para redescubrir su tesoro: bibliotecas activas, atractivas y funcionales.
¿Cómo resistirse a tales escenarios? Mi regalo fue ser una niña otra vez. Platiqué con una tía y una abuela que, entre risas, observaban a su sobrino / nieto explorar con asombro y gran entusiasmo la biblioteca en uno de los espacios. Gritaba y se movía sin parar. Los libros, las almohadas y el mapamundi fueron testigos de toda su energía. ¡Yo quería ser como él! Cuando centré mi atención en esa pequeña persona me di cuenta de todo lo que necesito desaprender. Me sentí inspirada a imitar más la curiosidad sin miedo, el sentido del humor, la creatividad sin dar explicaciones, las preguntas incómodas y todo aquello que quizás con el tiempo se me olvida.
Hubo momentos en los que me dejé llevar, no se sentía como un trabajo. Leer y ver a otras personas hacerlo me ayudó a sentir que siempre hay algo mejor. En dibujos y frases muy breves aprendí a reflexionar sobre ideas de mi cabeza, incluso sobre mi propia existencia. Hasta recordé momentos difíciles y me conecté con las realidades que estamos viviendo. Qué importante es compartir ese momento con alguien nuevo, ¡alguien diferente! Mi historia y las historias que leí y conocí con las pequeñas pláticas, las preguntas y las reflexiones se quedaron conmigo.
Tuve momentos en los que me conmoví y pensé que aunque a veces te puedes sentir sola o solo luchando por una causa o un sueño, siempre hay personas que nos están acompañando, que nos abrazan y nos echan porras. Eso fue lo que la biblio me dio: un gran abrazo con olor a crayolas, con sonidos de pajaritos y hojas revoltosas, con sabor a mangos y aguacates, con colores rojos y verdes, con muchas texturas y formas.
Aprendí que los niños y las niñas tienen todo lo que necesitan para aprender dentro de ellos y ellas. Potencial, ideas, energía. Tienen ganas de vivir auténticamente y nuestro trabajo está inspirado por eso. Cuando observé y sentí ese brillo, me sentí más fuerte. Tenemos el compromiso de contribuir a la creación de espacios seguros para su desarrollo y bienestar. Desde ahí podemos conectar raíces y redes que nos permitan crecer y ayudar a crecer a las y los demás. Sin importar de donde vengamos, sin dejar a nadie atrás. Personas de todas las edades compartiendo un mismo espacio, una experiencia. Sin estigmas ni prejuicios, solo con ganas de aprender, de escuchar, de vivir.
Leer abre espacios que nos ayudan a resolver problemas, con empatía y comprensión.
Leer y compartir lo que sentimos y pensamos con una historia nos fortalece para servir a nuestras comunidades.
El último día ya no estaba nerviosa, estaba feliz.
No puedo resumir mi experiencia en una sola palabra. Voy a intentarlo.
Ok, no pude. Son cuatro: ¿Lo hacemos otra vez?
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