marzo 25, 2025 by Daniela Raffo

¿Me puede contar una historia?

“Había una niña que empezó, acá, en la escuela desde parvularia. Ella se llevaba libros a su casa y en una libreta dibujaba la mejor escena o el personaje de la historia que leía. Si llevaba hoy El principito buscaba lo que más le gustaba y lo dibujaba. Otro día se llevaba otro libro y dibujaba. Dibujaba siempre. Y así lo hizo hasta que se graduó como de 16 años”. 

Esa libreta se la mostró a Doris y ella le pidió que se la regalara para que quedara en la biblio, pero la chica le dijo que no. “Me dijo que no, que era su recuerdo”.

Esa libreta no, pero en la biblio de Doris sí quedaron otros recuerdos.

Doris Robles trabajó doce años como bibliotecaria, desde marzo del 2012 hasta el año 2024 en el centro escolar El Zapote, en Ahuachapán, un centro escolar pegadito al estero.

Allí ConTextos instaló una de sus primeras bibliotecas, allá por el 2011.

“Fueron doce años muy aprendidos”, dice; aprendió de los niños; ella, que al principio no sabía que iba a hacer o cómo iba a manejar una biblioteca.

“Fueron ellos que no se quitaron, estuvieron siempre ahí aportándome ideas, ¿y podemos leer un libro de terror mañana? Y yo decía, ¿y no les da miedo, y si leemos Caperucita? son bastante curiosos – cuenta- entonces si quieren un libro de terror, vamos a leer un libro de terror” les terminaba diciendo.

Doris dice que aprendieron juntos.

Doris hizo el proyecto el libro viajero; hizo un libro de páginas de papel bond que cada niño se llevaba a su casa “digamos, si un niño se lo llevaba hoy, lo regresaba hasta mañana ya con su historia, y la siguiente vez se lo llevaba otro niño.

Casi creo que podría decirle que participó la mayoría del centro escolar, a los más pequeños los ayudaban los papás pero incluso había niños de sexto grado que igual decían que los papás les habían contado la historia. Esas fueron las actividades que yo implementaba para que ellos pudieran comunicarse”.

En la biblioteca está ese libro con las historias y dibujos de decenas de familias.

Otra idea que nació de una maestra del centro escolar y que luego pasó a manos de Doris fue repartir libros por las callecitas de la zona en una bicicleta con carrito.

“A mí lo que más me gustaba es que teníamos personas de la tercera edad leyendo, algunos hasta 80, querían libros. Y yo ya sabía más o menos los géneros que ellos querían. O me decían, quiero letras grandes porque no veo, quiero más dibujos que letras”.

Cuando fue la bibliotecaria, antes que pudiera empezar su día: ordenar y limpiar la biblio, Doris ya tenía estudiantes pidiendo permiso para entrar; o llegaban en el recreo a leer o dejaban libros a medias para terminarlos luego o entraban los más pequeños a pedirle ¿me puede contar una historia?

Doris se empapó de libros y aprendió que hay diferentes tipos de personas, diferentes gustos, diferentes libros y diferentes emociones.

Este 8 de marzo celebramos a las mujeres que transforman historias; mujeres de la red de ConTextos responsables de bibliotecas, mujeres que invitan a leer, que escuchan, que dialogan, que forman. Mujeres de Morazán, de Chalatenango, de Ahuachapán, de Santa Ana.

Mujeres que nos inspiran.

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