enero 20, 2021 by Comunicaciones El Salvador
La maestra que transformó la sala de chat
Por Briseida Gómez Paiz
Mi nombre es Briseida Ivette Gómez Paiz, soy de Apopa y trabajo en el Centro Escolar Valle Verde. Imparto clases en el primer grado sección B del turno de la mañana. El inicio de la pandemia fue como una de esas pesadillas donde no puedes despertar; “¿cómo voy a enseñar a mis estudiantes? ¿cómo vamos a enfrentar el miedo a esta pandemia?”.
De pronto vino la primera luz: el MINEDUCYT envió las guías de trabajo, sentí que eso me ayudó e inicié enviándolas por Whatsapp; les tomaba fotos, las enviaba, adjuntaba un audio de cada actividad y quedaba pendiente de cualquier pregunta. Hasta el día de hoy me mantengo pendiente de responder a preguntas o dudas sobre las actividades.
Desde ese día me di cuenta que no todos los niños tenían acceso a internet. Ante esta situación, una opción que les di fue pedir a familiares, amistades o vecinos que les prestaran su celular para ver las guías y trabajar en ellas.También algunos me pedían mandar las guías a correos de familiares pero siempre hubo niños y niñas que no pudieron mandarme las guías por una u otra razón.
A pesar de mantenerme pendiente de mis estudiantes y su aprendizaje sentía que algo faltaba y de pronto ¡zaz! llegó la idea e inicié haciendo videollamadas a cada estudiante de mi grado para saludarles y les noté su alegría al verme y poder pasar un rato alegre, así fue como logré una gran conexión con ellos.
Día con día seguía pensando que los niños estaban pasando momentos duros y que necesitaban divertirse, me di al trabajo de investigar una aplicación que me permitiera verles a todos y que también interactuaran y jugaran como deben hacerlo los niños. Al fin me sentí satisfecha, fue como si me dieran un vaso de agua helada en un día caluroso: las salas de chat en whatsapp eran fáciles para padres de familia y solo tenía que enviar un enlace a los números de contacto.
El primer día que nos vimos por videollamadas con los niños fue increíble; ver en sus caritas la alegría de verme. Cada encuentro fue una experiencia: me enseñaron sus mascotas, sus peluches preferidos, dónde dormían, dónde jugaban, dónde hacían tareas. Fue un momento mágico para mí como maestra y, al final, sentí una gran satisfacción por haberlo hecho.
La pesadilla se transformó en experiencias significativas: nos hemos disfrazado de princesas, chef, gatitos, astronautas, dragones, extraterrestres y conejitos, entre otros. También hemos jugado a hacer serios y al que pierde se le hace la cara chistosa.
A partir de esta experiencia he aprendido que no solamente debo concentrarme en transmitirles aprendizaje sino que ellos pasen un momento alegre y, mientras están en clase, se les olvide un rato esta situación que estamos pasando.
Mi recomendación es que los docentes dediquemos un momento de cada semana a saludar a nuestros niños o a jugar con ellos para que vean nuestro interés por su bienestar. Además es emocionante y muy satisfactoria la alegría de los niños y niñas al verles jugar y disfrutar con sus compañeritos.
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