Por Daniela Raffo
Cuando se creó ConTextos en 2011, sus dos fundadoras escribieron que la misión de esta oenegé iba a ser inspirar con el trabajo. ¿Y cómo van a medir la inspiración?, les preguntó alguien.
Este año, junto a Flacso y Unicef, hicimos 10 grupos focales con niños, niñas y adolescentes para saber qué piensan, qué quieren, qué los asusta. Fue un reto, enorme, porque en una hora, dos personas completamente extrañas debíamos lograr que nos contaran un montón de cosas, muchas personales. Y nos pasó que lo que suele durar una hora máximo, capacidad humana de atención, duraba más, y terminaba en risas o en llantos, o en preguntas como ¿cuándo nos juntamos de vuelta?
En el Teatro Luis Poma hicimos tardes de lectura, llenas de personas que iban a escuchar un cuento. Un cuento. Y fue maravilloso ver cómo “los grandes” se sumaban a las preguntas y las fantasías de los más chiquitos, de las más chiquitas.
Hicimos tres seminarios para docentes noveles, con maestros y maestras en Santa Ana, San Miguel y San Salvador. Atendimos, entre los tres, a más de 4,000 personas, que se escucharon, se abrazaron, se entendieron. Conectaron.
Trabajamos con jóvenes en situación vulnerable ayudándoles a armar un proyecto ético de vida, algunas terminaron anotándose en la universidad, otros siendo voluntarios y voluntarias de ConTextos.
Hicimos el proyecto Soy Autor/Soy Autora, una memoria ilustrada, la escritura de un libro propio con niñez retornada de su experiencia migratoria y sus familias.
“Escribo este libro para que si alguien lo lee no tenga que pasar por esto”, dijo una mamá, llorando. “Gracias por escucharnos, gracias”, dijo un joven de 13 años, autor, que va a ser psicólogo para escuchar y ayudar.
Terminamos un proyecto en Morazán haciendo comunidad con bibliotecas, escuelas, libros, docentes, padres, matemática, madres, tutores, escuelas de verano, tutoras, directoras. 54 escuelas, miles de historias.
Y en el almuerzo navideño, Zoila Recinos, nuestra fundadora y directora de programas y Gloria Raskosky, nuestra directora de país, nos brindaron una fiesta hermosa. Copa en mano no hablaron de trabajo, ni de retos, ni de desafíos, ni de lo que viene, nos agradecieron todo lo hecho, la pasión que se pone día a día y el cariño con que se hace el trabajo.
Sí, cuesta medir la inspiración.
Buen 2023 para todos y todas.