abril 18, 2024 by Comunicaciones El Salvador

Amor al aula

Por Leidy Hernández.

Y es que una, a veces, no se imagina las vueltas que le tiene la vida. Cuando opté por mi profesorado en matemática estaba, en cierta forma, contenta porque trabajaría con estudiantes grandes: trabajar con la niñez implica mucha más responsabilidad, y yo tenía un pánico grande de no saber cómo responder a las necesidades que presentan, pero bueno, resultó que, por casualidades de la vida, no solo tenía que dar matemática sino casi todas las competencias desde primer ciclo hasta bachillerato; admito que estaba asustada. 

Era 2017 y recuerdo que la directora del colegio donde estaba en ese momento me dijo que recibiría formación porque, claro, no tenía idea de cómo hacer lo que me pedían; ¿se imaginan enseñar a leer sin la manera “tradicional”? o ¿gerenciar el aula sin ser autoritaria? 

Así fue como ConTextos llegó a mi vida, recuerdo hasta cómo andaba vestido el equipo de formadores (esas camisetas eran tan chivas y, para ser más genial aún, eran sus uniformes). Esos talleres eran fuera de lo común y sentía que aprendía bastante, de más está decir que me encantaba ser partícipe de ellos, en muchas ocasiones tuve que dar un paso atrás porque en todo quería opinar o participar. 

Puedo decirles que la literacidad salvó mi vida y me facilitó el trabajo a través del diálogo, mediante la implementación de rutinas en el aula se lograron maravillas. Fue de tanto impacto que en el 2018 ya visitaba escuelas multigrados en Perquín, departamento de Morazán, para dar acompañamiento a estudiantes y docentes. Eso me encantaba.

En la pandemia dejé de lado el trabajo como docente y me dediqué a mi emprendimiento y a seguir con mis estudios, quería mi licenciatura con especialidad en matemática. A finales del 2021 Esmeralda y Nelson, formadores de ConTextos, me escribieron para contarme de una oportunidad de estar en ConTextos, la verdad que no pensaba que podían elegirme, pero apliqué. Veía pasar el tiempo y nada que me llamaban… 

Allá por el 2022 me programaron la entrevista virtual, estaba muy emocionada, dijeron que me avisarían. Dos días después -tengo tan presente que yo estaba en el gym cuando me cayó el correo que había sido seleccionada- brincaba de felicidad ¡sería parte de ConTextos!

Entré y ¡wooooow! era parte de algo que siempre quise. Ahora ya podía apoyar a centros escolares con herramientas para trabajar con niñez y adolescencia: libros, insumos para bibliotecas, metodologías, apoyo personalizado a estudiantes, tirar la biblio por la ventana… 

Y además trabajar en mi lugar: hay una infinidad de actividades que se realizan para mejorar la calidad educativa en la zona norte de Morazán en el proyecto que hasta el nombre es tan único “Una Escuela, Mil Historias”.

Aprendí mucho: los procesos son tan profundos, van desde cómo nos sentimos hasta metodologías activas y sentía mucha satisfacción cuando participantes se acercaban y decían que les gustaban nuestras formaciones.

Puedo asegurarles que en mí se incrementaron aquellas ganas de seguir aprendiendo y dar lo mejor en cada actividad. 

Y así sigo, solo que hoy lo hago desde otro lugar.

He vuelto a ser docente de aula, me siento más preparada porque cuento con una alta diversidad de herramientas para poder afrontar los desafíos que se me presenten en la labor educativa, desde acá seguiré creyendo en el poder transformador de las historias y en que cada voz cuenta. 

¡Gracias infinitas ConTextos!

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