julio 20, 2023 by Steven Araujo

Activistas de bibliotecas

Por Daniela Raffo.

Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho. Y faltan dos. Fuimos a diez escuelas a donar libros: libros del proyecto Soy Autor, Soy Autora de ConTextos, libros infantiles y libros donados por estudiantes de la Escuela Americana que anotaron en cada uno, con su letra en un post it, por qué recomendaban ese libro.

Ir a los centros escolares es como ir a pasar un fin de semana a la casa de la abuela, ir al mar, ver a un primo que uno quiere y hace mucho que no visita. Es salir de vacaciones. Llegamos hasta Garita Palmera, al centro escolar El Zapote, al lado del estero de la barra de Santiago. Un calor abrasador y la sonrisa de la seño Doris, con su biblioteca impecable abriendo la caja de libros y soñando todo lo que puede hacer con ellos.

A dos cuadras fuimos a visitar a Héctor, el director -docente que no para de crear para su comunidad, en su escuela -heredada luego a la seño Doris- se hizo la primera biblioteca de ConTextos hace 11 años; ahora, su casa está llena de plantaciones y funciona como un proyecto de agricultura para la nueva escuela donde está. Siempre a lo grande, este proyecto viajará a Costa Rica y ocho estudiantes de 14 y 15 años se suben a un avión por primera vez  en su vida el 30 de julio.

De la casa de Héctor uno sale con cocos, piñas y nances a manos llenas.

Del otro lado, en el centro escolar El Milagro, ubicado en San Juan Opico, la seño Lucy nos recibe a puertas abiertas. Nos sienta en la biblio, prende el aire acondicionado, algo que agradecemos y se sienta a explicar por qué en su escuela se lee. 

Al Milagro fuimos con seis estudiantes de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera; que están haciendo su proyecto de graduación sobre ConTextos y sus bibliotecas y emociona ver el involucramiento.  

También de allí nos fuimos con un tazón de frutas.

Y de ahí al centro escolar Martínez Figueroa. Texistepeque. Santa Ana. Biblioteca a punto, ordenada por Fátima, maestra de matemáticas devenida bibliotecaria que se puso a buscar en aplicaciones inventarios, sistema de libros, características y que además se suma a cada evento que hace ConTextos. 

Y más lejos, el centro escolar El Edén, también Santa Ana. Allí, Lorena Amaya no tiene biblioteca, la tenía antes. Fue la docente que impulsó la biblioteca del centro escolar Martínez Figueroa y que Fátima y su director Julio mantienen viva.

Lorena no tiene biblio pero tiene libros y ya imagina donde podría ubicar la biblioteca cuando la tenga: sería en el pasillo porque no hay aulas libres. “Sería de guardarla y sacarla”.

Y eso es lo bueno de las bibliotecas, se guardan, se sacan: se pueden hacer debajo de un árbol, en un rinconcito, solo se necesitan Fátimas, Doris, Lucys, Héctores, Lorenas, Osvaldos, Albys, Sonias, Celias, Pedros y Julios.

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