octubre 8, 2020 by ConTextos

Gracias por la confianza

Hace poquito más de un año que trabajo en ConTextos. Empecé armando bibliotecas cuando estábamos afuera sin preocuparnos de a quién abrazábamos. Armar bibliotecas en escuelas y municpios es solo una parte de lo que hacemos.

Entré y me dediqué a buscar telas para cojines, contactar carpinteros, diseñadores, acomodar libros en estantes, armar pajaritos de origami. Ya eso era una belleza, nunca imaginé en mi vida que iba a hacer una biblioteca y armé tres.

Pero eso es solo una parte: bibliotecas vacías no sirven para nada. La otra parte, la más importante, es la gente. En ConTextos trabajamos con docentes, jóvenes, jóvenes que están en centros de detención, padres, madres. Trabajamos en literacidad: en lectura crítica. Trabajamos en diálogo: escucharnos, opinar, sentir. Trabajamos creando comunidad. 

Dicho así es intangible. Enorme. Pero pasa. Mientras yo medía cortinas, compraba sillas y pintaba árboles escuchaba a René, a Esmeralda, a Daisy contando anécdotas: lo que habían dicho algunos profes, lo que habían escrito los jóvenes o lo bonito que había estado un taller en Morazán. 

Las escuchaba pero nunca las había sentido.

En julio de esta pandemia empezamos el Círculo de líderes en bibliotecas vía zoom, con docentes y personal de las bibliotecas que ya habían trabajado con ConTextos.

Fueron 4 sesiones y casi siempre fuimos once personas, aunque no siempre estuvimos las mismas, porque hay obligaciones, trabajos, familia y mucho internet que se cae.

Además de vernos en las sesiones los del Círculo de líderes en bibliotecas tenemos un grupo de wassap: ahí nos mandamos cosas que nos gustan o los retos que dejamos entre las sesiones: contarle un cuento a alguien o enviar un audio con sonidos de lo que escuchamos en cuarentena.

En la tercera sesión entró una docente que no había podido conectarse antes, mis dos compañeros: René y Jackie la conocían; yo no. Entró al zoom feliz: feliz de estar, feliz de vernos…

Ese día íbamos a escribir un poema, y como creamos un lugar seguro en el que hablamos y nos abrimos, la seño –nueva para mí- leyó su poema. Y después lo explicó.

No pudo participar antes porque le tocó cuidar a su esposo, primero en su casa, y luego en el hospital.

Pero seguía el movimiento del chat y leyó que había que grabar sonidos, y en el hospital, cuidando a su esposo, grabó unos pajaritos y cuando estaba por enviarlo, llegó un señor a pedirle ayuda y no pudo hacerlo.

Su esposo falleció, ella grabó los sonidos, y apareció en la tercera sesión diciendo que “una palabra ayuda”.

Yo no lo podía creer. Tenía mi anécdota, pero hecha un nudo en el corazón. 

Y sí que se siente.

Apasionada de las palabras y las historias y su fantástico poder para hacer reflexionar, reír, pensar, cambiar. Trabajó como periodista en distintos medios de Argentina y El Salvador orientada a contar historias de comunidad, de mujeres, de medio ambiente. Trabajó en campañas de prevención de violencia y promoción de la equidad de género. Ahora trabaja como formadora y en el área de Comunicaciones en ConTextos.

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