octubre 14, 2021 by ConTextos

Acompañar siendo acompañada

Por Lourdes Chacón.

Sin duda alguna, aquella Lou de principios de año no imaginó todo lo que iba a experimentar hasta la fecha. Han pasado seis meses desde que la vida, a través de ConTextos, me ha permitido acompañar a jóvenes en diferentes procesos de formación, desencadenando diversas experiencias que me han hecho crecer como persona. 

Los miedos, nervios e incertidumbres que me resultan tan certeros en la pandemia, también están en este proceso. 

Ese cúmulo de emociones lo llevo conmigo antes de iniciar un taller en Chalate; en carretera con mi compañero Edu rumbo a Usulután mientras hablamos de cómo solucionar la vida misma o camino a una escuela en Bajo Lempa, repasando una carta didáctica con René mientras suena Siddharta de fondo. Están ahí al compartir con mis dos colegas Cristy y Daisy, tanto, que me late súper rápido el corazón, minutos antes de encender la cámara para dictar un taller en zoom y saludar a las y los jóvenes de quienes aprendo tanto… están ahí para confirmar mi pasión de querer dar lo mejor de mí en cada proceso y para recordarme lo más importante: soy humana. 

Ser humana me permite experimentar cientos de emociones y sensaciones en el proceso. 

Resulta que el miedo se aparta y me recibe la calidez de miradas tímidas y voces creativas. 

En los talleres llega la calma con silencios necesarios y transitorios antes que los y las jóvenes opinen sobre las injusticias ambientales, ser protagonistas en su vida, o hagan un rap mostrando el esfuerzo de sus maestras y maestros para enseñar en tiempos de covid. 

En una casa acogedora de Usulután llega a mi encuentro la ternura cuando alguien me dice que siente miedo, estrés, alegría o motivación por los proyectos comunitarios que ha soñado. 

Esa ternura reaparece en videollamadas inesperadas que me muestran la biblioteca que han reconstruido o en un facebook live cuando hablan de problemáticas sociales o en los mensajes del grupo de whatsapp de jóvenes que intercambiamos para saber cómo estamos. 

Eso es para mí acompañar. No se resume en una acción espontánea sino que es un proceso; es ir capa por capa sobre experiencias que permiten conexiones reales y atemporales con cada joven. 

Entonces, entiendo que estamos acompañando con todas las emociones que me permiten ser auténtica, valorar mis límites, situar mis experiencias en bitácoras, adueñarme de fortalezas, agradecer el trabajo previo del equipo administrativo, conectar junto a mi equipo y estar en constante aprendizaje junto a Pao, curriculista, que aterriza mis sueños. Acompaño siendo acompañada en el camino. 

Y al final del día regreso a casa agradecida, no únicamente porque escuché mi voz resonar en sus pantallas de zoom o en sus escuelas sino porque presté mi mente y cuerpo para ver alzar a los jóvenes sus propias voces, escribir sus verdades, liderar espacios comunitarios y conectar con el corazón en un espacio seguro. 

A cada joven, infinitas gracias.

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